Probablemente uno de los principales dilemas que enfrentan una gran parte de los estudiantes de psicología (por lo menos en México), se produce en el momento en que durante su formación descubren que, históricamente la psicología no se ha desarrollado como un cuerpo unificado de teorías armónicamente estructuradas con las que todos hayan estado de acuerdo desde el principio, y se percatan que de hecho, la evolución de la psicología está marcada por una amplia variedad de autores, teorías y explicaciones del comportamiento frecuentemente contrapuestas, que dieron lugar a lo que se conoce como las llamadas “corrientes psicológicas”.
Este momento suele ir acompañado de preguntas como: ¿Cuál es la mejor corriente?, ¿entre estas opciones en cuál debo formarme si quiero ser psicólogo clínico? etc.., preguntas a las que con frecuencia la mayoría de los profesores (no todos afortunadamente) aún responden con fórmulas como la siguientes: Elige la que más te guste… o yo no te puedo decir cual elegir, pero la que elijas es para siempre, no puedes cambiar ni elegir otra después, así que elige bien… o bien a dichas preguntas en ocasiones les sigue una actitud crítica de parte del profesor hacía todas las otras corrientes que no sean la que él ha elegido, seguidas de un intento, a veces sutil, a veces descarado (con todo y venta de sus propios libros autoeditados), de convertir al joven estudiante en un seguidor convencido de tal o cual corriente psicológica.
¿Qué tan vigente es realmente esta concepción de la psicología clínica en términos de corrientes entre las cuales se debe elegir?
Si bien en países como México esto es el común denominador en el proceder de un porcentaje significativo de profesores de psicología en la mayoría de las universidades (situación ocasionada principalmente por la falta de actualización de los docentes y la ausencia de regulaciones sobre la práctica profesional del psicólogo), alrededor del mundo las nuevas generaciones de psicólogos tienen menor probabilidad que las generaciones previas de defender una perspectiva teórica con exclusión de todas las demás.
Esto no quiere decir que se hayan unificado o integrado todas las teorías en una nueva y única corriente, lo que ha ocurrido alrededor del mundo es que la aplicación del método científico a la psicología ha derivado en la homologación de una serie de criterios relativamente claros que permiten verificar la validez de técnicas, intervenciones y teorías, que nos permiten tomar decisiones informadas para incorporar a la práctica profesional aquellas prácticas que tengan un respaldo empírico y excluir aquellas que no. Esta tendencia contemporánea es conocida como psicología basada en evidencias.
¿Qué es la psicología basada en evidencias?
De acuerdo a la Asociación Americana de Psicología (APA, 2008) la práctica basada en la evidencia en psicología es un proceso de toma de decisiones para integrar la mejor evidencia disponible derivada de la investigación, la experiencia clínica y las características, la cultura y las preferencias del paciente. Este método no se basa en una corriente psicológica, parte del supuesto de que no se deben tomar decisiones a priori basadas en la orientación teórica del profesional de la psicología, sino que indistintamente de la corriente, un método, técnica o explicación pueden considerarse válidos siempre y cuando tengan pruebas que las respalden, desde luego dichas evidencias deben poseer una adecuada calidad y estar publicadas para consulta abierta de toda la población en revistas especializadas que cuentan con revisores que analizan críticamente dichos reportes y aprueban o rechazan su publicación.
En este sentido un profesional que practique la psicología basada en evidencias duda de cualquier afirmación que no esté respaldada por pruebas y no aceptara una afirmación solo porque desea hacerlo o porque se confía mucho en la persona que lo dijo; por otro lado este profesional debe estar abierto a la posibilidad de aceptar, modificar e incorporar a su práctica cualquier conocimiento que haya demostrado ser veraz por medio de la investigación y que pueda beneficiar a sus pacientes, indistintamente de la teoría psicológica que le haya dado origen; es pertinente mencionar que desde luego entre las corrientes psicológicas existen aquellas que se han adaptado mejor que otras a este modelo de trabajo, pero este es un tema que vale la pena abordar más ampliamente en otro momento.
Otro nivel importante de la definición tiene que ver con la importancia de que el profesional que trabaja bajo este modelo en el ámbito clínico verifique constantemente por medio de diversos métodos de evaluación, el impacto y efectividad de sus intervenciones con cada paciente, más allá del apego o gusto por cierta corriente psicológica y sus métodos de tratamiento, teniendo que tomar decisiones en cada momento del proceso de intervención.
Una de las consecuencias lógicas de esta práctica es que a largo plazo se abandonen modelos, teorías o tratamientos que no estén debidamente probados, situación que es uno de los principales problemas de la psicología clínica en diversos países, en los que debido a la falta de una regulación adecuada, hay una gran cantidad de profesionales carentes de actualización, formados inadecuadamente, demasiado comprometidos con una corriente psicológica solo porque “así lo decidieron”, o que basan su práctica clínica principalmente en su experiencia personal sin tener pruebas científicas que apoyen su toma de decisiones, no es raro encontrar terapeutas que basan su tratamientos en el “a mí me gusta…”, “yo creo…”, “a mí me sirvió…”, “un maestro me dijo…”, “a mis pacientes les gusta…” «es que yo trabajo así…», «es que la ciencia no sirve para esto…» etc… esto no es cosa menor si consideramos que lo que está en juego es la salud de las personas que caen en manos de estos profesionales, que dicho sea de paso, incurren en una clara falta ética debido a que no son capaces de garantizar más allá de la duda razonable que sus pacientes o consultantes están recibiendo el mejor tratamiento existente para atender sus necesidades especificas.
Desde la perspectiva de la psicología basada en evidencias la respuesta correcta al cuestionamiento sobre ¿por qué se aplica tal o cual tratamiento psicológico? es siempre: «Porque hasta donde sabemos actualmente, este tratamiento ha demostrado (con pruebas que todos podemos constatar) ser el mas efectivo para esta condición en personas que poseen estas características».
Conclusión
La psicología basada en evidencias es alrededor del mundo el modelo de práctica profesional de mayor crecimiento entre los especialistas actuales en psicología clínica, esta basa sus decisiones en la evidencia empírica que las respalda y ha dejado de lado el debate puramente teórico entre corrientes psicológicas que no se fundamente en el análisis las pruebas derivadas de la investigación científica.
Si bien en muchos países aun existe resistencia entre los profesionales y claustros de enseñanza para adaptar sus prácticas bajo este modelo, la realidad es que eventualmente conforme las regulaciones avancen ,todos los profesionales deberán trabajar bajo un modelo basado en evidencias para poder ejercer la psicología clínica, el cuando dependerá únicamente de la velocidad con que se desarrollen dichas regulaciones sobre la práctica profesional del psicólogo en cada país, un ejemplo interesante de esto es el caso de España en donde no basta con ser licenciado en psicología, querer dar terapia y tener algún curso sobre cualquier forma de terapia psicológica, sino que debe cumplirse con una certificación especifica para poder ejercer como clínico, dicha formación contempla necesariamente un entrenamiento en los prácticas de tratamiento basadas en evidencia en aras de garantizar a las personas el acceso a las mejores prácticas disponibles para atender sus problemas de salud mental.
El profesional que desea formarse en esta práctica en el ámbito clínico no solo deberá conocer y capacitarse en los métodos de tratamiento psicológico que han demostrado ser más efectivos, además deberá aprender a buscar la mejor evidencia disponible, lo cual no es una tarea cualquiera si consideramos la gran cantidad de información basura que es posible encontrar actualmente sobre casi cualquier tema, esto a su vez implica que el profesional deberá estar capacitado en la revisión crítica de la literatura especializada para saber identificar la mejor evidencia e incorporarse a un proceso de actualización y formación que nunca termina.
Es importante considerar que la psicología basada en evidencias no es perfecta, ni está libre de discusiones, ya que el conocimiento científico está en constante evolución y existen debates abiertos entre los especialistas que aún discuten sobre diversos asuntos, sin embargo, al margen de estas discusiones existe un acuerdo generalizado en que lo más importante en la consolidación actual de la psicología clínica es que el trabajo del profesional debe basarse siempre en hechos obtenidos por medio de la aplicación del método científico por encima de otros criterios como, las preferencias personales del terapeuta, sus creencias o simplemente por la convicción que tengan en una u otra corriente psicológica.
Referencias
Asociación Americana de Psicología (2008) Evidence-Based Practice in Psychology. https://www.apa.org/practice/resources/evidence