La vida en general es un caos, guiados por la aleatoriedad, hemos tratado de darle un rumbo decretando leyes, a veces, centrándonos más en aquellas no escritas, para darle un sentido de orden y estabilidad, hasta ahora y por mucho tiempo, algunas parecen ser absolutas, como la gravedad y el ciclo de la vida, pero aterrizando más en los poemas interpretados por uno de mis artistas favoritos, Vicente Fernández y la popular “ley del monte”, aquí es donde la ley del monte somos nosotros, nuestros usos y costumbres y como el modelo de las cinco etapas del duelo de Elisabeth Kübler-Ross estas reglas sobre la realidad bailan con música lánguida y sensual, para después hacer el amor en una cálida noche de mojitos con ron barato, donde la mañana siguiente, en la caminata de la vergüenza, con olor a feromonas y cigarro, es la aceptación y normalización por la sociedad, la verdadera aplicación de las leyes que fueron concebidas en papel.
La historia nos ha dado ejemplos que duelen, pero no por eso, dejan de ser reales, leyes que se resisten más allá de estar firmadas en un papel con validez jurídica, como son, la abolición de la esclavitud, el voto para la mujer, la segregación o la legalización de la mariguana, algunas de estas no desaparecieron de la noche a la mañana, algunas veces, solo siguen aplicadas con un poco de maquillaje y aún están presentes.
Casos como el del aborto, me hace ponerme a pensar en muchas vertientes, desde el tamaño de la brecha entre el estado y la iglesia (si es que existe) y hasta qué punto está dispuesto a llegar el ser humano por una ideología. La RAE define aborto como “la interrupción del embarazo por causas naturales o deliberadamente provocadas “. Desde una perspectiva antropológica y literal en su significado, este fenómeno ha existido en todas las culturas, en la mayoría existe un registro de algún tipo de actividad que por su descripción podría catalogarse como aborto, desde los incas hasta los mexicas, han sacrificado a sus mujeres embarazadas, algo contradictorio, ya que también había símbolos de fertilidad, a menos que fuera una rudimentaria ley de la oferta y la demanda, donde entre más hijos tuviera, más sacrificios podría ofrecer, y así, tener mayor índice de prosperidad.
Pero aquí entra la primera fase, la negación; el aborto por siglos ha sido ignorado, teniendo como base, la familia nuclear, donde se acostumbraba a tener más de una docena de hijos, dudo que todas las mujeres de esa época estuvieran de acuerdo con que se conviertan en una máquina de engendrar con fines de explotación infantil o mandato divino, aunque había documentación o testimonios de tes abortivos basados en ajenjo, ruda o salvia, los primeros pasos se habían dado.
Es natural la reacción de enojo a un cambio repentino de un estado de comodidad a otro, invariablemente si es beneficioso o no, la resistencia y el cambio son necesarios, como el cauce de un rio que no se detiene, de ser así, se estancaría y podriría. La guerra, el encarecimiento, la falta de mano de obra y descubrir que el mundo cada vez se iba haciendo más pequeño.
Históricamente, la mujer tomó las riendas de sus propios derechos y de su cuerpo, poniendo en jaque el orden establecido, liberándose del yugo de muchos tabúes y hacer escuchar su voz, aunque muchos sectores protestaron, poder votar, usar vestimenta con menos tela, y no depender de nadie para hacerse valer como personas, llegaron para no irse, la negociación había llegado.
Estamos en un punto de inflexión y todo cambio lleva a un beneficio, pero también a una perdida, ya que parafraseando a yoda, uno de mis títeres favoritos: “El miedo lleva a la ira, la ira lleva a odio y el odio al sufrimiento”. Ambos sexos, sus vertientes y todas las instituciones son una amenaza para la mujer que desea abortar, ya que actualmente no solo es una guerra de sexos como algunos sectores de la población y medios quieren que lo sea, si no, que tiene que enfrentarse a hombres y mujeres por igual, a la familia, iglesia y a todos los estigmas que conllevan.
Llegamos al punto entre la depresión y la aceptación como sociedad, y yo solo puedo hablar como un heterosexual con privilegios limitados por mi condición capital y racial, o dicho en cristiano, el ser prieto y pobre, solo así puedo soñar con la eliminación de ciertas palabras de moda como son la “deconstrucción” y la “normalización”, ya que al dejarlas de usar, abandonaríamos esos aires de superioridad moral y sería un paso para que nos dejaran de importar nuestros complejos que reflejamos a los demás.
Hace un par de días una conocida que alguna vez considere mi amiga, me llamo por teléfono, supongo que solo necesita a alguien con quien desahogarse, una plática común y corriente para un par de personas que algún día se conocieron, ¿Cómo te trata la vida? ¿Qué tal el clima? ¿Te ha salido algún tumor en las pelotas por hace siempre lo que te da en gana?, La platica iba como cualquier otra de cualquier sábado en la mañana, hasta que note que su platica se pausaba y trataba de omitir algún tema que tenía en la cabeza, trate de despedirme antes de que comenzara a contarme, pero de repente y sin más, solo dijo: “¡aborte!”, rápidamente hice cuentas en mi cabeza e hile acontecimientos, sabía que yo no estaba implicado, así que seguí con naturalidad. Sollozaba mientras platicaba como su novio y ella habían pedido dinero prestado a toda persona conocida, con la mente suficientemente abierta para ayudarlos y al no saber que hacer, encontraron una clínica, al parecer eran “especialistas” y lo más importante, era barato; llego, dio sus datos y le dieron una cita, tan simple como comprar en Amazon, en semana y media entraría a quirófano y su problema quedaría resuelto.
Al día siguiente, recibió una llamada a su celular de esa “clínica”, la cual no lo era, si no una organización religiosa en contra del aborto disfrazada de clínica de apoyo a la interrupción del embarazo y básicamente fue una llamada de dos horas, tratando de hacerla cambiar de opinión y cuando eso no funciono, la amenazaron con divulgar su “situación” a sus conocidos, algo así como si Jesús dirigiera un call center, así que termino dándoles la razón para después buscar otra clínica, al final pudo hacerlo, solo que tardo más de 12 semanas y por la urgencia, acabo en una clínica de dudosa calidad donde el aborto no fue hecho profesionalmente, terminó desangrándose en la habitación de un hotel donde casi muere y quedo tan lastimada que le será casi imposible el poder volver a embarazarse.
El llegar al punto donde tanto legalmente como socialmente esta sea una práctica tan común como ir a solicitar condones a un centro de salud sin generar ningún tipo de acción, será el momento donde el tratado social y el legal hagan los pases y lleguemos a la última fase, la aceptación.
Pero ¿Qué hacer? Como la mayoría de la población, yo solo soy un vil perro asoleado en la banqueta, soy un hombre promedio, con gustos promedios, no deseo ser streamer o ganarme la vida de ello, ni pintarme el cabello o tener un vasto repertorio de fetiches en mi sexualidad que presumir, coger de perrito, comer comida callejera y ver videos de gatitos es la base de mi felicidad, aunque puedo hacer lo que me corresponde tratando que a todos como seres humanos, callando cuando debo y hablando solo cuando lo requiera, al final del día, solo soy alguien promedio escribiendo de un tema que aun trato de comprender.